Participar es paz

Después de nueve meses de iniciada la fase pública del proceso de negociación y diálogos de paz en Quito, entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional, este 30 de octubre de 2017 en el municipio de Tocancipá, Cundinamarca, a una media hora de Bogotá, se dio inicio al proceso de consulta sobre el punto uno de la agenda acordada desde el 30 de marzo de 2016 en Venezuela: Participación de la Sociedad en la Construcción de Paz en Colombia.

Lo primero que hay que dejar claro, según palabras del comandante Pablo Beltrán, y de Consuelo Tapias de la subcomisión de participación del ELN, es que esta no es la participación sino un espacio de consulta con organizaciones e instituciones de la sociedad civil colombiana, para construir un mecanismo y un diseño que permita desarrollar el proceso de participación de la sociedad en la construcción de la paz. No debe ser el Gobierno o el ELN el que diga cómo participa la sociedad sino la misma gente la que lo proponga.

En principio, este ejercicio de escuchar a cerca de 225 personas, representantes de igual número de organizaciones e instituciones de la sociedad civil y algunas del Estado, se haría en la ciudad de Quito, pero debates alrededor de la metodología, la logística y los altos costos los condujeron a desarrollar el proceso en Colombia. Por eso decidieron conjuntamente enviar a la subcomisión de participación de la Mesa de Quito integrada por dos negociadoras del ELN: Consuelo Tapias y Silvana Guerrero, y dos del Gobierno: Luz Elena Sarmiento y Juan Sebastián Betancur, para cumplir con la importante tarea de escuchar y tomar atenta nota sobre las propuestas.

Las partes nombraron seis relatores que se encargaron de escuchar detenidamente, sistematizar y sintetizar las exposiciones de cada participante, que duraban 15 minutos cada una. Este delicado trabajo será el insumo a partir del cual las partes de la Mesa de Quito definirán cómo es que se adelantará el proceso de participación de la sociedad en la construcción de paz de Colombia. Un trabajo que no será fácil, pues a pesar de importantes consensos o coincidencias entre las propuestas, las líneas rojas del Gobierno y los gremios que allí se presentaron, se mantienen.

También, vale anotar que existió descontento entre algunos miembros de la Mesa Social para la Paz, que reúne más de 200 organizaciones sociales y comunidades de fe, por el formato tan conservador que asumió la Mesa de Quito para adelantar estas audiencias previas a la participación. No hubo publicidad en los principales medios de comunicación ni por parte del Gobierno ni del ELN, tampoco fueron invitados los medios al cubrimiento periodístico de las audiencias, y para colmo de males, los jefes de delegación no se presentaron de manera directa a la instalación de un proceso que según el ELN y el Gobierno es la columna vertebral de la negociación. Según la Mesa Social para la Paz, fue una gran falla no aprovechar el inicio de las audiencias para animar a la sociedad y crear un ambiente propicio a la paz en un momento complicado en la implementación de los acuerdos de La Habana, y para la visibilización de la Mesa de Quito que ha pasado de bajo perfil.

Consensos y líneas rojas
Consultados algunos de los participantes en las audiencias, y miembros de la subcomisión de participación del ELN, coinciden en que las audiencias fueron exitosas y que las exposiciones en su gran mayoría cumplieron el objetivo de ofrecer propuestas de participación. En este sentido aseguran que hubo coincidencias incluso entre sectores, gremios y regiones que conservan diferencias políticas e ideológicas.

Algunos consensos son: la participación se debe desarrollar desde los territorios, que es donde se vive con mayor intensidad el conflicto armado y las dificultades de injusticia social. Así mismo, que debe ser de abajo hacia arriba, es decir desde lo local a lo departamental, regional y nacional. Partiendo desde los espacios territoriales como veredas y municipios. También debe ser amplia y plural, o sea que participen todos y todas sin importar partido, etnia, condición económica; en este sentido la propuesta de Gran Diálogo Nacional desde el movimiento social retoma fuerza. Debe aprovechar el enfoque diferencia acordado en La Habana. La mayoría de participantes también propusieron prorrogar y proteger el Cese Bilateral del Fuego.

Aunque no fue consenso, se escuchó de manera mayoritaria que el proceso de diálogos debería trasladarse a Colombia para estar cerca de la sociedad, que es la que recibirá los frutos de un eventual acuerdo. Esto además permite rodear el proceso y dinamizarlo. El otro tema que fue reiterado en casi todas las intervenciones fue el carácter de la participación, para la mayoría debe ser vinculante, o sea decisorio, o sino, dice la gente, para qué se le invita a participar si no es para decidir. Sin embargo, el Gobierno y algunas instituciones y gremios hablan de incidente, o que simplemente recomiende.
Las líneas rojas, que son los temas que según el Gobierno y los empresarios invitados no se pueden ni deben tocar por ningún motivo, y que también se plantearon en el proceso de La Habana, en este caso también fueron defendidos con vehemencia. Por ejemplo que el Modelo no se discute, tampoco la propiedad privada, ni la política minero energética, ni la doctrina militar.

Formas de participar
El 16 de noviembre, con la participación de la región Caribe, los sectores urbanos y las organizaciones indígenas y afros que habían aplazado su participación, finalizaron las audiencias. Las propuestas presentadas, algunas complejas, otras completas y otras muy puntuales, dejan un insumo muy importante en donde se señalan cómo, cuándo y dónde se debe realizar lo que sería un novedoso y dinámico proceso de apertura a la democracia en un país como Colombia que lo pide a gritos.

El concepto asambleario es el más mencionado, es decir la herramienta de reunión en grandes colectivos que permita construir propuestas a partir de temas concretos. Entre ellos se habló de congresos populares, mesas temático territoriales y poblacionales, y cabildos abiertos. En este sentido las mujeres, el sector minero energético y los trabajadores llevaron propuestas concretas. Otros plantearon que estas dinámicas deberían caminar a través de un proceso hacia una gran constituyente.

El Gran Diálogo Nacional y el minero energético y ambiental, son tal vez las herramientas más importantes que se recogen en este ejercicio, porque es a través de estos que se podría llegar a acuerdos básicos y fuertes, entre sectores antagónicos, para adelantar este proceso de participación, al cual aún le falta establecer con claridad los temas centrales, los que deberían salir justamente del ejercicio de diálogo. Sin duda el país merecía haber escuchado y observado en vivo tan importante ejercicio.

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Olimpo Cárdenas Delgado

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