Edición 157 - Febrero 2020

Alirio Bermúdez López, líder sindical y político

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“Yo trabajaba como auxiliar de enfermería y él era policía. Me había afiliado al sindicato de la salud y lo veía en los trajines de la organización, entonces lo hice retirar de la policía. Duró cinco años sin trabajo, durante ese tiempo sobrevivíamos de mi salario, hasta que logró ingresar a Ecopetrol y enseguida se afilió a la USO [el sindicato de la empresa]”. Doña Delfina, viuda del líder obrero y político, narra así cómo influyó para que la vida de Alirio Bermúdez López diera un viraje y terminara siendo un destacado dirigente popular en el Magdalena Medio.

En la década de los 80 se profundizaron las luchas campesinas en Yondó, Antioquia, por la posesión de la tierra. A raíz de estas luchas la represión se intensificó. Los operativos militares se incrementaron desde mediados de esa década. En Yondó los militares tenían como justificación la supuesta “persecución a la guerrilla”, pero esta era solamente la disculpa que utilizaban para encubrir los atropellos cometidos contra los pobladores de la región. Lo que realmente se estaba castigando por parte de los militares era el alto nivel organizativo y la lucha de los trabajadores y campesinos por sus derechos. Muchas personas fueron detenidas, torturadas y enviadas a la cárcel para ser investigadas.

Doña Delfina resalta que Barrancabermeja y el Magdalena Medio siempre fueron señalados como una “zona roja”, era una forma de estigmatizar las luchas de la gente por reclamar sus derechos más elementales.

El joven Alirio Bermúdez López llegó a Barrancabermeja en la década de 1970, procedente del municipio de Puerto Wilches, Santander. Ingresó a Ecopetrol y se afilió a la subdirectiva Casabe de la Unión Sindical Obrera. De a poco se vinculó a ese torrente de luchas de la época y se integró a la comisión negociadora del pliego de peticiones del año 1981. Por su participación fue detenido y encarcelado con otros cuatro compañeros. Las esposas conformaron un comité femenino que se trasladó hasta Bogotá para exigir su libertad y, a la postre, fueron liberados.

Doña Delfina comenta que esa experiencia, y la liberación, las motivó a mantener la actividad del comité de mujeres. Fueron ellas quienes sugirieron a la Junta Nacional de la USO que incluyera en sus reclamaciones a la empresa un plan educativo para las esposas de los trabajadores, objetivo que efectivamente se logró en la siguiente negociación.

En ese contexto de luchas y exigencias, Alirio ingresó al Partido Comunista, y lideró algunos de los paros cívicos en los que se reclamaba agua y servicios públicos para Yondó. Con la elección popular de alcaldes y concejales, Alirio, que ya gozaba de un carisma muy significativo, fue postulado por los campesinos y los trabajadores como candidato al concejo municipal en la lista de la Unión Patriótica. Alirio resultó elegido e inmediatamente ejerció su labor sindical y defendió los derechos de los trabajadores en los campos petroleros de Ecopetrol ubicados en esta zona del Magdalena Medio, hecho que les incomodaba a las élites de la región, al empresariado y a la fuerza pública.

La persecución de la fuerza pública contra los campesinos de Yondó continuó incrementando. Mientras más avanzaban las formas organizativas campesinas, más se arreciaba la persecución contra ellos. Ya muchos habían sido desaparecidos, asesinados y torturados por sus luchas por la tenencia de la tierra, por condiciones de vida digna y por buscar alternativas políticas para la construcción de su propio destino. Pero lo peor estaba por venir.

Como era costumbre, Alirio acudía a los campos petroleros para atender las necesidades de la gente. El 7 de febrero de 1991 se movilizaba en un campero por la vía que conducía a la inspección departamental de San Miguel del Tigre, corregimiento de Yondó. A 100 metros de la escuela de la vereda La Cabaña, los victimarios pararon el vehículo, le ordenaron a Alirio Bermúdez López, presidente del Concejo Municipal y dirigente de la USO, a Héctor Emilio Moreno Guevara, secretario del Concejo Municipal, y a Moisés Cortes Tabares, conductor del vehículo oficial, que descendieran del campero. Además de los militantes de la Unión Patriótica, viajaban la esposa de uno de ellos –quien contaba con 7 meses de embarazo–, y tres jóvenes más. Los victimarios obligaron a estas cuatro personas a regresar caminando. Minutos más tarde escucharían varios disparos. Alirio, Emilio y Moisés habían sido asesinados a sangre fría. Quienes quedaron con vida volvieron a pasar por el mismo sitio hacia las 9 de la noche. Se encontraron con una patrulla militar, la cual no quiso dar razón de los cadáveres allí presentes. El carro fue incinerado. Los asesinos vestían prendas militares y los hechos ocurrieron a solo un kilómetro de una base militar.

Alirio trabajaba como bombero en el campo Casabe de ECOPETROL, y fue presidente de la subdirectiva de la USO de ese campamento. Un declarante afirmó que cuando estaba en la base militar llegaron unos soldados y les oyó decir: “allá dejamos tres tirados en la carretera”.

La noticia se regó como humo por toda la región. Los trabajadores de la refinería de Barrancabermeja y de los distritos de producción del Centro, Casabe y Cantagallo, se negaron a trabajar en protesta por la muerte de Alirio. La Unión Sindical Obrera se declaró en asamblea permanente y decretó la suspensión de labores hasta nueva orden. Sus restos fueron velados en el recinto del Concejo municipal de Yondó y luego trasladados a la sede de la USO.

Doña Delfina recuerda que uno de sus hijos, que estudiaba en la Unión Soviética y había venido de vacaciones, viajó a comienzos de esa misma semana al lejano país a continuar sus estudios. Ella decidió no contarle la desgraciada noticia para evitar que su hijo se devolviera. Dos meses después le enviaría los recortes de prensa, lo cual obviamente impacto terriblemente al joven, quien intentó devolverse, pero su madre logró convencerlo de que eso ya no resolvía nada y lo mejor era que se quedara en la Unión Soviética a culminar su carrera.

El crimen del dirigente Alirio Bermúdez no fue investigado. El sistema judicial también había sido copado por el paramilitarismo y los sectores descompuestos de la fuerza pública. Este caso, 29 años después, continúa en la impunidad. Sin embargo, la USO rescata su memoria para reivindicar el nombre y el legado de este dirigente que jugó un papel destacado en la lucha por los derechos de los trabajadores y la población.

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