Edición 126 Marzo - Abril 2017

Toné y la concepción americana del bien común

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Los pueblos originarios fueron los primeros en enfrentarse al imperialismo eurocristiano. Es decir que son los precursores, en América, de la lucha por la defensa del bien común, la democracia integral, la madre naturaleza, la libertad, la independencia, la soberanía y la paz.  En otras palabras, desde el siglo XVI, aquí, se inició el enfrentamiento entre las dos concepciones que ha manejado la humanidad, la de bien común y la de la codicia particular; enfrentamiento que aún no termina y en el que los indígenas han manejado la posición más avanzada de toda nuestra historia, mucho más de la que expresan algunas fuerzas, aparecidas desde finales del siglo XIX, que han adoptado teorías provenientes de Europa e inclusive de China.

Como un ejemplo de tantos, es preciso referirse al Cacique Toné, quien en 1557, hace 460 años, al frente de los Catíos, actuó en el suroeste de Antioquia dando sus dos más importantes batallas en lugares cercanos al actual casco urbano de Urrao, según algunos escritores. Estas son las batallas de El Escubillal y Nogobarco.

Juan de Castellanos es uno de los cronistas que en su obra, escrita en verso, Elegías de Varones ilustres de Indias, relata las hazañas de este personaje. Él y otros investigadores, como William Jaramillo Mejía en su libro Antioquia bajo los Austrias, hablan de la forma en que  Toné y su pueblo, a partir de 1539, cuando llegaron los “conquistadores” encabezados por Pedro de Frías, iniciaron la defensa de su cultura y su territorio, y dieron muerte al invasor y a sus acompañantes. Luego, entre 1541 y 1555 no cesaron de asediar la recién fundada fortaleza conocida como Ciudad de Antioquia (situada cerca al actual municipio de Ebéjico y distinta a la actual Santafé de Antioquia), hasta que finalmente la incendiaron.

Lo anterior trajo como consecuencia que el gobierno de la Real Audiencia, con sede  en Santafé de Bogotá, preocupado por semejante situación, contratara al español Gómez Fernández para que formara un ejército de “paramilitares” que enfrentara a los “subversivos” (cualquier parecido con la situación actual, no es coincidencia, sino la repetición tozuda de la historia que no queremos aprender por estar fijándonos en modelos extranjeros de lucha); el español, con su tropa, marchó contra los Catíos, quienes habían construido una fortaleza de madera en El Escubillal. Antes de iniciar el combate, y tal como era obligación en estos casos, Gómez Fernández leyó a los indígenas El Requerimiento, un documento oficial según el cual los nativos, si querían la paz, debían rendirse, pagar tributo al gobierno español, entregar sus tierras y demás riquezas y servir a sus amos. Toné, después de oír aquello, contestó, según relata Juan de Castellanos: “Llegaos un poco más acá, cristianos /por el tributo que se os adereza; /dejaremos las armas de las manos /para ponéroslas en la cabeza; /y aún de vosotros a los más lozanos /tengo de desmembrar pieza por pieza /porque si padecéis muerte prolija /la paz que me pedís quedará fija”.

Estas, aunque seguramente no fueron las palabras textuales de Toné, reflejan su pensamiento y por tanto su posición frente a la invasión, lo que entonces hace que ellas se conviertan en una declaración antiimperialista, más profunda que las declaraciones de independencia redactadas por los criollos siglos después, quienes defendían la concepción de la codicia particular y una democracia recortada al servicio de sus intereses de clase.

El asedio español a El Escubillal duró siete días, al final de los cuales en una retirada espectacular, por lo bien manejada, los Catíos se dirigieron a otra fortaleza que habían preparado de tiempo atrás, ubicada, según se dice, en Nogobarco. Allí resistieron 38 días y estuvieron a punto de vencer; sin embargo, fueron derrotados por la superioridad de las armas y las tácticas. Unos cayeron en poder de los invasores, que no vacilaron en torturarlos y matarlos, y otros escaparon, entre los que se supone estaba Toné, de quien nunca más se volvió a saber.

Declaraciones como la de El Escubillal contra el imperialismo eurocristiano se dieron durante este periodo por parte de muchos otros pueblos indígenas. También las luchas indígenas en toda América continuaron por más de cinco siglos, y continúan hoy en día con aportes de otras fuerzas, siendo las más profundas, auténticas, extensas y heroicas que se hayan dado en nuestro continente, pues avanzan buscando defender y desarrollar la sociedad que, al servicio del bien común, garantice una vida digna integrada plenamente a la naturaleza.

Para mayor información los invitamos a consultar los libros “La concepción americana del bien común”, “Historia general de Urrao” y “Diccionario geográfico urraeño”, de Jaime Celis Arroyave.

Amenazado vocero de Cumbre Agraria José Murillo

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