Edición 57 - Noviembre 2010

La contaminación se traga la ciudad del sol: Sogamoso

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Esta historia empieza porque el cacique Sugamuxi fue atacado inmisericordemente, mientras tomaba uno de sus baños en la fuente de Conchucua, por las tropas españolas a la cabeza de Quesada, que a caballo torturaban y violaban  a las madres de nuestros días, Baltasar Maldonado cortando manos y narices de los nativos opositores, dejándolos morir de hambre, y  los avaros  Miguel Sánchez de Llerena y Juan Rodríguez Parra quemando nuestro templo más preciado.

 

 

Todo cuanto esconde nuestra palabra quedó ardiendo por cerca de 6 años,  el sumo sacerdote fue  derrotado y condenado a llevar  a su espalda a un tal Don Alfonso que también sería el responsable de su pérdida de la memoria, incluso del sagrado lugar llamado hoy de mil formas: La ciudad del sol y del acero, la capital metalúrgica de Colombia, la puerta al Llano, capital deportiva del oriente colombiano, la ciudad próspera del oriente colombiano, la ciudad histórica y amable, la plaza roja de Colombia…según nos iba contando  el nativo Boganique. Según él, contarnos esto es lo menos que puede hacer después de haber revelado el paradero de los increíbles tesoros muiscas de Hunza a los españoles y traicionar a su tierra.

– Voy a Sogamuxi, no pa’ Sogamoso a purgar mis males -decía el nativo mientras nos contaba todo esto. Caminaba por Bacatá  en una peregrinación a la tierra del sol santificada por Bochica, al valle de Iraca. Allí empezó a contarnos cómo van las cosas donde tan particular e invariablemente caen los rayos del sol: la tierra del Sugamuxi.

Desde 1537, y hoy casi 500 años después,  las cosas se vienen cada vez más tormentosas, más metálicas y ruidosas por estos lares del parque industrial; la máquina es monstruosa, por un lado llamado Juan José Rondón los cultivos de tomate  y maíz castañetean en la noche tras los descargues de toneladas de chatarra que hacen chirriar las casas de los campesinos, ni qué decir de los más de 140 niños del colegio  que entre sus juegos, a menos de 80 metros, corren por un patio improvisado con residuos negros de chircal, donde el único  panorama posible se les reduce a una siderúrgica llamada Sidenal y a unas montañas oxidadas de hojalata que crecen desde hace más de 5 años a cielo abierto.

Las casas más cercanas agrietadas hasta la telaraña y llenas de rumores acerca del territorio, el viento que sopla de  norte a sur no es para esperarlo, todo el polvillo de chatarra por la cara, pobres de nosotros; un sabor a metal en la garganta y sobre todo una sentencia: “!vende o vende¡” de un tal Jairo Reina, empresario de Sidenal, después de haberse declarado riesgoso este territorio, por decreto absurdo, por posible avalancha, y que desde luego trajo desvalorización a los  predios. Y al señor Reina  le ha dado por comprar a toda costa. A 47.6 hectáreas se extiende su ambición.

Aquí el POT  (Plan de Ordenamiento Territorial) es uno más de los rumores, uno más de los fantasmas que amenazan y dejan entrever las increíbles emisiones que casi no dejan ver a Sogamoso entre las nubes grises y naranjas; es asfixiante, el aire es venenoso, y aunque digan que Sogamoso es la ciudad más contaminada de Colombia después de Bogotá, el indígena asevera que es la primera, ya que por extensión territorial y emisiones de material particulado de aproximadamente 10 micras en extensas nubes, el aire está más contaminado.

Mientras Boganique nos soltaba semejante denuncia, sintonizaba en un pequeño radio que llevaba, y cacharreando empezaba a interrogarnos -¿Frecuencia modulada o A.M?-  “la cariñosa” que empezaba a esas horas de la mañana con su informativo. El nativo paró de improviso con su historia invitándonos con la mirada a escuchar. Con asombro nos enterábamos que una de esas noticias estaba relacionada con Sogamoso.  6:00 A.M. – Más de 11.000 personas en una población de casi 130.000 habitantes padecen de enfermedades pulmonares, además, las mal formaciones fetales en madres gestantes se han hecho más comunes-. Es uno de los lugares más industrializados del país y empresas como Acerías Paz del Río en Nobsa, (y  como maquinalmente afirma en su misión corporativa: Explorar y explotar) Hornos Nacionales S.A., Hornasa, Sidenal, Cementos Argos, Colconcretos, Cementos del Oriente, Ingemol, Oxígenos de Colombia, Fosfatos de Boyacá, Sudamin, Indumil, Proalambres, Holcim, entre otras de las 42 que solo se ubican en el parque industrial y sin contar los Chircales, las Caleras, ni emisiones de automotores, ni el relleno sanitario… El nativo llama al silencio.

Por otro lado, por una carretera angosta y culebrera los ciclistas y motociclistas en ruana acuden a su quehacer de cada día en la mañana y se juegan la vida en las noches luego de haber tomado un sin número de cervezas, volviendo algunos a toda velocidad, casi invisibles a las farolas de los carros en la noche.  Huele a cebolla y a pesticidas. En Aquitania, la laguna de Tota, la más grande de Colombia y una de las reservas hídricas más grandes de Latinoamérica se llena de turismo, de empresarios segurísimos de convertirla en uno de los lugares turísticos más atractivos del país: un par de propuestas para construir en sus islas fabulosos hoteles.

Los pesticidas utilizados en los cultivos de cebolla y los combustibles de las lanchas sin duda dejarán no un sin sabor, sino un sabor agrio a la trucha siete colores. A parte de la succión descarada de agua para la producción industrial y otros fines, que superan lo nefasto. Aun así no han podido con la laguna, pero ya dice la voz popular, gota a gota el agua  se agota, ¿Cómo será a 250 litros por segundo? ¿Será por eso que el precio de las acciones de Acerías Paz del Río no solo se mantiene sino que se incrementan superando  a otras como las principales petroleras, y Holcim?

Boganique de pronto guardaba silencio como queriendo recordar algo, mira a la distancia quién sabe que nube y dice que debe continuar su camino. Antes de unirse de nuevo a la peregrinación nos susurra: -Acción popular- y luego casi con voz estruendosa repara: he aquí sobre la piedra yace la palabra y ha de pronunciarse en el tiempo Chigys Mie (Cosas pasadas). Seguidamente se asoma a su cara un gesto que nos promete un nuevo encuentro para seguir adelante por la defensa del Valle de Iraca.

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